
La lectura es una actividad muy importante a nivel cognitivo ya que estimula nuestra actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales, un factor que reduce el impacto de las enfermedades neurodegenerativas según la Sociedad Española de Neurología. El doctor Guillermo García Ribas, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias, nos dice que fomentar la lectura es una de las actividades más beneficiosas para la salud. En los últimos años muchos estudios mantienen que hay una relación directa entre el nivel de lectura y escritura con un aumento de la reserva cognitiva. En el campo de la neurología este concepto ha ganado relevancia, puesto que se ha comprobado que existe una relación directa entre la misma y el buen funcionamiento cognitivo y ejecutivo de nuestro cerebro cuando envejecemos. Además es un factor protector de los síntomas clínicos de las enfermedades neurodegenerativas. Que leen los jovenes en la actualidad
Actualmente en nuestra sociedad una gran cantidad de la información y estímulos que recibimos se nos presentan de forma escrita, ya sea en soportes físicos como el papel o digitales a través de Internet. En la escuela ya es bien sabido desde hace tiempo la importancia que tiene la adquisición y el desarrollo de la lectura para mejorar diferentes capacidades del alumno como pueden ser el aumento de su nivel cognitivo, su capacidad de memorización, las habilidades relacionadas con la búsqueda de información y el aprendizaje en genera, etc. No obstante, el problema que nos encontramos suele ser siempre el mismo, cuando nos reunimos con los padres de nuestros alumnos nos suelen decir cosas como «no consigo que mi hijo se siente a leer un libro» o directamente otras como «a mi hijo no le gusta leer». Y lo más grave es que en muchas ocasiones este comportamiento se prolonga hasta edades más avanzadas como la secundaria o incluso los estudios universitarios. Son muchos los alumnos que tras graduarse en la universidad continúan sin desarrollar el hábito de leer de forma asidua, ya sea por el mero hecho de disfrutar o de continuar con su formación. La pregunta inevitable es… ¿dónde está el problema?
Para contestar a esta pregunta tendremos que atender a dos ambientes diferentes: por un lado el entorno familiar del alumno, y por otro el entorno escolar o académico.
Es evidente que si el alumno observa en casa comportamientos que denotan amor por la lectura por parte de sus padres, abuelos o hermanos, esto favorecerá que él desarrolle el interés por la misma. En caso contrario es fácil que encontremos una mayor resistencia por parte del niño o adolescente a la hora de acercarse a un libro.
Pero es en el ámbito académico donde, desde mi punto de vista, encontramos uno de los mayores problemas en este aspecto. Desde el colegio les decimos a los niños que deben leer, ya que eso les ayudará a hacerse más inteligente y les generará la posibilidad de poder disfrutar de los libros; no obstante no siempre acertamos en la manera en la que les acercamos al mundo de la literatura. Desde hace ya algún tiempo estaba bastante extendida la tendencia a obligar a los alumnos a leer libros que fueron joyas de la literatura española. Es posible que nadie pueda discutir el talento de sus autores y la importancia que estas obras hayan tenido en la evolución del mundo literario; sin embargo lo que sí es discutible es si estos libros son los adecuados para alumnos en las etapas de primaria o secundaria. Dicho de otro modo, podemos estar de acuerdo en que el Lazarillo de Tormes es una gran novela de la literatura clásica, pero no tengo nada claro que esta obra anónima sea la más adecuada para un adolescente.
Además de esto, en muchas ocasiones los docentes presentamos la lectura como algo repetitivo y carente de motivación. Por ejemplo cuando les enviamos actividades a los niños cuyas soluciones se hallan en una lectura. En estos casos a veces los alumnos vienen a pedirnos ayuda y les decimos «la respuesta está en la lectura, búscala» y obligamos al niño a releer una y otra vez una lectura que posiblemente carezca de interés por completo para él, lo que refuerza la relación lectura-aburrimiento desde su percepción.
Debemos tener en cuenta que debido al soporte digital, a día de hoy los niños están acostumbrados a leer fragmentos más cortos y a poner la atención en otros estímulos de carácter más visual como las imágenes estáticas o en movimiento. Por este motivo ya no funciona el hecho de exigirle a un niño que lea cuando le damos un libro, y con más razón cuando éste no es el más idóneo para su edad (como ya hemos visto).
Entonces… ¿cuáles serían las posibles soluciones?
Bien, cuando los padres de mis alumnos me dicen que sus hijos no quieren leer siempre les digo lo mismo: no les podéis exigir que tengan interés por los libros sin más, eso es un despropósito. Lo ideal es que os intereséis por ver cuáles son las temáticas que les gustan a vuestros hijos y, una vez lo sepáis, intentad acercarles lecturas de estos temas siempre que sean adecuados para su edad. Por ejemplo, una vez tuve el caso de un alumno de siete años que era muy bueno académicamente, pero la madre se quejaba de que no quería leer nunca; entonces le pregunté «¿qué le gusta a tu hijo?» a lo cual me respondió algo muy común «el fútbol». Mi consejo fue que le consiguiese lecturas relacionadas con este deporte adecuadas para su edad, por ejemplo que probase con los cómics de Oliver y Benji. Cuando volví a reunirme con ella me dijo literalmente «No te lo puedes imaginar, está deseando que llegue la hora de ir a la cama para leer sus cómicos, ¡los devora!». El motivo era sencillo, habíamos dado con algo que al niño le encantaba y era la manera perfecta de despertar su gusto por la lectura. Este ejemplo se puede llevar a cabo casi con cualquier cosa que le guste a un niño o adolescente.
Muchas veces pensamos que ser buen lector significa devorar cualquier tipo libro. Si esto fuese así habría muy pocos “buenos lectores”. Pero no se trata de leer por leer, sino de desarrollar este hábito con contenidos que nos generen curiosidad, interés y placer. Si lo pensamos bien los adultos que leemos de forma continua lo solemos hacer guiándonos por este principio, y el que no sabe qué cosas le gustan carece de motivación por acercarse a cualquier libro y piensa que no le gusta leer, a lo cual yo siempre les digo «eso es como decir no te gusta el cine o la música», pero a todos nos suelen gustar algún tipo de películas o canciones.
Además del placer que nos proporciona, la lectura es fundamental para poder desarrollar un hábito de formación constante a lo largo de toda nuestra vida. Por eso desde Nueces y Neuronas os recomendamos los siguientes consejos para que los niños desarrollen este hábito:
- No imponer la lectura, sino proponerla como actividad interesante.
- Dejar que los niños o adolescentes elijan sus lecturas ―siempre y cuando sean aptas para su edad―.
- Dar ejemplo desde la familia y desde la escuela.
- No empeñarse en leer los clásicos, ya tendrán tiempo…
- Crear espacios físicos y temporales para la lectura.
- No leer solo narrativa, también álbumes ilustrados, revistas, cómics,…
A continuación os dejamos una charla TED sobre la lectura en los jóvenes. ¡Esperamos que lo disfrutéis!
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