
Son muchas las personas que a principio de año se plantean una serie de propósitos con el fin de mejorar su salud y sus condiciones de vida en general. Comenzar a hacer deporte, dejar de fumar, llevar una dieta equilibrada, aprender inglés, no discutir con un familiar o compañero de trabajo, desarrollar ese proyecto que está aparcado,… Muchas veces este listado es más extenso que la lista de la compra. Pero… ¿por qué nos cuesta tanto cumplir estos propósitos?
Debemos tener en cuenta que nuestro cerebro percibe estímulos de nuestro entorno constantemente, debe tomar un gran número de decisiones al día, necesita recordar datos, planificar acciones, valorar consecuencias,… Es por este motivo que su tendencia es repetir patrones de conducta que le faciliten el aprendizaje de determinadas habilidades, así como su puesta en práctica. El hecho de utilizar siempre los mismos circuitos neuronales y no tener que generar otros nuevos le supone un importante ahorro energético, lo cual en otro periodo de nuestra evolución como especie puedo significar la diferencia entre la supervivencia y la muerte.
Cuando le imponemos al cerebro la obligación de cumplir un largo listado de nuevos propósitos que nos exigen un cambio radical en nuestra conducta y además requieren la adquisición de nuevos aprendizajes o habilidades, el fracaso está casi garantizado. Y más todavía si no somos pacientes y queremos ver resultados en un corto periodo de tiempo.
Esto puede llevarnos a sentir frustración, estrés o agobio, lo cual generará una necesidad imperiosa de percibir sensaciones agradables que contrarresten los efectos negativos derivados de las anteriores. ¡Y aquí es donde está la trampa! Será en ese momento en el que nuestro cerebro, para sentirse mejor, acudirá de forma automática a esas conductas que tiene consolidadas en sus sustratos neuronales como encender un cigarrillo, comer un dulce, liberar adrenalina a través de una discusión, tumbarse en el sofá en lugar de acudir a clase de inglés, etc.
¿Qué podemos hacer para hacer frente a nuestros propósitos de año nuevo de una forma más efectiva? A continuación enumeraremos una serie de recomendaciones que pueden sernos de gran ayuda:
- Es mejor elegir un solo propósito que hacer un largo listado. Cuantos más propósitos elijamos mayor será la dispersión de nuestra atención y el estrés que podemos padecer por sobrecarga. Es recomendable tener claras nuestras prioridades y comenzar con un solo propósito que consideremos importante.
- Debe estar muy bien definido. Para no divagar, ir a salto de mata o sentir que no sabemos hacia dónde vamos, tenemos que tener muy claro cuál es el propósito a conseguir. En lugar de decir «quiero mejorar mi salud», que puede resultar muy ambiguo, es mejor decir «quiero mejorar mi dieta y alimentarme mejor» o «quiero eliminar el hábito de fumar».
- Formula tu objetivo en positivo. El hecho de incidir en lo que no queremos puede hacernos perder el foco de lo que sí queremos conseguir. En lugar de decir «no quiero comer tanta comida basura», es preferible decir «voy a reducir la ingesta de comida basura».
- El avance debe ser medible. De este modo podremos cerciorarnos de que estamos contribuyendo a su cumplimiento. Debe haber alguna variable fácilmente identificable que me indique claramente que estoy progresado: fumar un número menor de cigarrillos a la semana, reducir las visitas mensuales a la hamburguesería, haber recibido un número de clases de inglés,…
- El propósito debe ser alcanzable. ¡No te engañes! Cualquier avance supondrá un esfuerzo y una inversión de tiempo y dedicación. Por eso es fundamental trazar un plan de acción en el que vayas consiguiendo pequeños progresos. Si lo que quieres es dejar de fumar, en lugar de tratar de hacerlo de un día para otro, es mejor trazar un plan en el que vayas cumpliendo pequeños objetivos:
Primera semana: eliminar el cigarrillo de después de la cena dos días a la semana.
Segunda semana: eliminar el cigarrillo de después de la cena entre semana.
Tercera semana: eliminar el cigarrillo de después de la cena también el fin de semana.
Cuarta semana: eliminar el cigarrillo de después del almuerzo dos días a la semana.
Quinta semana: …
- Es esencial ser realista: De un tiempo para acá, desde el mundo de la autoayuda y el desarrollo personal, se nos habla mucho de la importancia de soñar a lo grande y de pensar que todo es posible. Pero si queremos evitar una desoladora sensación de fracaso debemos ser realistas y asegurarnos de que disponemos ―o podemos llegar a disponer― de los recursos necesarios para alcanzar nuestro propósito. Si tengo cincuenta años y quiero iniciarme en el boxeo para llegar a ser campeón del mundo de boxeo profesional, es muy probable que la realidad acabe noqueando mi ilusión ―y nunca mejor dicho―. El propósito debe suponerme un reto, pero sin dejar de estar en armonía con mis posibilidades.
- Debe estar acotado en el tiempo. De lo contrario corremos el riesgo de procrastinar, dispersarnos y desviarnos de nuestra meta. Marcarnos un tiempo límite es esencial para que el compromiso sea sólido. Podemos formular objetivos como «voy a dejar de fumar en un plazo de cuatro meses», «voy a contratar a un entrenador personal la segunda semana de enero», «voy a comenzar mi dieta el 8 de enero».
Desde Nueces y Neuronas, esperamos que estas recomendaciones os ayuden a conseguir vuestros propósitos de año nuevo. ¡Mucho ánimo, mucha suerte y feliz año nuevo!
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